Emotivo homenaje de María Bernal a Tino Mulas

Siempre entre nosotros

Una mañana de un junio de cuyo día es mejor no acordarse, un hecho más insólito que real, silenciaba extenuante y con latigazo desmesurado los pasillos del IES Los Albares, la redacción de Crónicas de Siyâsa, los corazones de sus compañeros y familiares y los de la educación pública por la que tanto abogó nuestro querido y admirado Tino Mulas Arellano.

Como un manotazo duro y como el cuchillo de ala homicida del que hablaba Miguel Hernández en su famosa elegía a Ramón Sijé, así se llevó a Tino Mulas la más que muerte cobarde, traicionera y enmascarada sin previo aviso y casi sin darse cuenta. Un silencio digno y merecido. El calor de junio se llevó su talento y su bondad, su vasta cultura y el referente que para tantos supuso su existencia.

Me decía el director de este periódico hace unos días que “negros nubarrones cubrieron el cielo desde la Atalaya al Almorchón; desde la Sierra de Ascoy hasta el Cañón de Almadenes; llegando, lógicamente, a su tierra originaria, su Salamanca. Una tierra fecunda en prohombres y áspera en oportunidades, tal y como la definió Antonio Machado: ‘La tierra del águila, ese trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín’. Aquel fatídico día estival, la tristeza se apoderó de la península; cruzando de norte a sur por España”.

Y no es para menos pensar que el luto se impusiera en todo el territorio, porque con su modesta, pero venerada andadura, se ganó la gloria de ser una de las personas más reconocidas en el panorama cultural de este municipio.

Decía el escritor colombiano Gabriel García Márquez, poco antes de retirarse de la vida pública, que “la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido”, no está permitido olvidarnos del que fue una de las figuras más importantes de este medio de comunicación, olvidarnos de Tino sería el mayor de los pecados, rendirle este homenaje, la mejor forma de agradecerle todo lo que hizo por nosotros y la forma de reconocer que nadie muere definitivamente mientras su recuerdo sigue vivo en el corazón de quienes lo conocieron.

Desde el periódico Crónicas de Siyâsa, en el que él era columnista, surge la idea de tener a Tino vivo a través del mejor regalo que la humanidad pudo recibir y que marcó la diferencia entre Prehistoria e Historia: la escritura, tan necesaria como el aire que exigimos 13 veces por minuto, como expresaría  Gabriel Celaya, una escritura tan bien plasmada en sus crónicas en las que Tino luchó porque triunfara la justicia en todas sus dimensiones y en todos los campos de batalla de nuestras vidas. Con palabras sencillas, transparentes y rebosantes de su sabiduría más que cultivada, Tino asistía cada semana a su cita del Crónicas como el columnista que, sin miedo alguno y con el flagelo del gladiador más astuto, aireaba palabras de justicia para denunciar lo que merecen aquellos que adulteran el bien común. Su valentía con la pluma lo convirtió en ese cronista que este municipio necesitaba.

El IES Los Albares, su segunda casa y el mejor escenario cultural para reunir a esos nuevos talentos literarios, participantes de su concurso, así como a los que lo aprecian y lo quieren, acogió esta semana este humilde, pero merecidísimo, reconocimiento.

Disfrutar de un evento cultural ya alimenta el espíritu, si encima se honra la memoria del que fue mi profesor de Historia en Bachillerato y mi compañero de radio y de periódico, es un honor supremo.

Muchas fueron las conversaciones en las que me dijo que antes de que se jubilara íbamos a trabajar juntos. Ese momento era este curso, pero no pudo ser por culpa del dichoso destino que una vez más quiso que te fueras sin que coincidiéramos en el mismo instituto, como tantas veces me decías cuando me veías por la calle. Te fuiste sin escribir tu último artículo y te fuiste por la puerta grande, la que dicen que nos conduce a ese paraíso al que se llevan de manera repentina, y muy pronto, a las buenas personas. Profesor diez, persona diez y mi columnista favorito de Crónicas de Siyâsa. Te estamos echando mucho de menos estos diez meses. No solo te deseo que descanses en paz, sino que estés en un lugar mucho más justo que el que tú denunciaste en tus crónicas.

Vuela alto, Tino Mulas Arellano, las alas ya te las has ganado en esta vida y recuerda que:

Las noches se volverán oscuras,

y dolerá fulminante tu ausencia

pero recuerda, Tino,

que los que te apreciamos

no dejaremos de evocar tu presencia.

Y es que ya se lo dijo Miguel Hernández a Ramón Sijé:

A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.